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LA RESILIENCIA

Según la American Psychological Association, “la resiliencia es el proceso para adaptarse bien a la adversidad, ya sea un trauma, una tragedia, una amenaza o fuentes de tensión significativas, como problemas familiares, interpersonales o de salud, o situaciones estresantes a nivel laboral o financiero para salir fortalecido”.

Todas las personas tenemos la capacidad de sobreponernos a un estímulo adverso, pero el uso decidido y firme de esta capacidad es lo que nos hace realmente resilientes. Para potenciar nuestra resiliencia necesitamos fortalecer las cualidades que nos permiten una adaptación adecuada en una situación de adversidad o sufrimiento. Probablemente tengamos desarrolladas más unas cualidades que otras, lo ideal sería equilibrar o reforzar aquellos aspectos que necesitemos, sin tratar de abarcar todos. Estos cambios necesitan comenzar quizás por el primero de ellos, conocernos un poco mejor a nosotros mismos para saber cómo afrontamos las situaciones dolorosas o traumáticas.

El psicólogo Donald Meichenbaum enumera algunas de las características de una persona resiliente en su “Hoja de ruta para la resiliencia”:

1. Visión positiva: las personas con esta actitud tienden a fomentar las emociones positivas con más pasión que las negativas y suelen ver la vida con optimismo y esperanza.

2. Proactividad: en lugar de esperar de forma pasiva a ver qué pasa en la vida, buscan la manera de hacer o provocar algo. Eso sí, cuando saben que no está en su mano cambiar algo, aprenden a aceptarlo y a sacar el máximo partido de esa situación.

3. Flexibilidad mental: saben adaptarse a las distintas situaciones, siempre con mente abierta y asimilando nuevas ideas.

4. Practicar el autocuidado:
procuran cuidar su cuerpo y su mente.

Desde la Neurociencia se considera que las personas más resilientes tienen mayor equilibrio emocional frente a las situaciones de estrés, soportando mejor la presión. Esto les permite una sensación de control frente a los acontecimientos y mayor capacidad para afrontar las situaciones difíciles y estresantes.

Nos gustaría terminar este “post” con una metáfora que utiliza el psicólogo Tomás Navarro centrada en una técnica de cerámica japonesa: el Kintsukuroi. Este tipo de arte japonés se trata de recomponer lo que se ha roto. Cuando una pieza cerámica se rompe, los maestros ceramistas lo reparan cuidadosamente, rellenando sus grietas con oro. De este modo resaltan su reconstrucción, pero también la belleza de lo que surge. Del mismo modo, las personas resilientes, afrontan la adversidad de una forma constructiva obteniendo una enseñanza nueva y bella.

“A un hombre le pueden robar todo, menos una cosa: La última de las libertades del ser humano, la elección de su propia actitud ante cualquier tipo de circunstancia.”

Viktor Krankl

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